Por Lizbeth Díaz, Laura Gottesdiener y Alexandra Ulmer
TIJUANA, México (Reuters) – Nidia Montenegro huyó de la violencia y la pobreza en Venezuela, sobrevivió a un secuestro mientras viajaba cerca de el ideal de México y llegó el domingo a la ciudad fronteriza de Tijuana para una cita de orfanato en Estados Unidos que finalmente la reuniría con su hijo vive en Nueva York.
Esa cita ahora está cancelada.
Cuando el presidente Donald Trump declaró una emergencia doméstico en la frontera sur, los migrantes que esperaban en México revisaron nerviosamente la aplicación del gobierno estadounidense conocida como CBP One, mediante la cual muchos han podido programar citas para solicitar orfanato. Mientras actualizaban la aplicación, apareció una alerta: “Las citas existentes programadas a través de CBP One ya no son válidas”.
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El shock recorrió el refugio en Tijuana, a pocos metros de la frontera.
“No puedo creerlo”, dijo Montenegro, de 52 primaveras, con lágrimas corriendo por sus mejillas. “No, Altísimo, no.”
Las autoridades fronterizas estadounidenses confirmaron que habían cerrado la aplicación y cancelado las citas existentes.
Montenegro se encuentra entre los miles de inmigrantes cuyas esperanzas de datar legalmente a Estados Unidos se vieron frustradas repentinamente en los días y semanas previas a sus nombramientos.
A su en torno a, otros inmigrantes lloraban mientras intentaban repetidamente cargar la aplicación, mientras la desesperación aumentaba. Algunos recibieron correos electrónicos cancelando sus citas, otros recibieron la alerta y algunos simplemente no pudieron rajar la aplicación.
La medida representa uno de los primeros cambios introducidos por la despacho Trump, cuando el presidente prometió en su discurso inaugural despachar tropas a la frontera entre Estados Unidos y México, aumentar las deportaciones y designar a los cárteles criminales como organizaciones terroristas extranjeras.
Reuters ha seguido el alucinación de Montenegro durante dos meses, desde la emoción cuando consiguió una cita para el miércoles 22 de enero, casi nada dos días a posteriori de que Trump asumiera el cargo, hasta la desencanto cuando fue borrada.
En otros lugares de la frontera se produjeron escenas similares.
En Ciudad Juárez, frente a El Paso, Texas, varios migrantes con citas de CBP One programadas para más tarde el lunes recibieron un aviso de que habían sido canceladas.
“Se acabó, lo eliminaron”, dijo Margelis Tinoco, de Colombia, quien viajó con su consorte e hijo. “Lo bloquearon”, le dijo a su hijo de trece primaveras. “No hay nulo que podamos hacer”.
En Piedras Negras, frente a Eagle Pass en Texas, se rechazaba a los inmigrantes con citas. Agarraban mochilas y mantas mientras descansaban contra una horma, tratando de animarse qué hacer a continuación. Algunos enviaron mensajes de voz entre lágrimas a sus familiares en casa.
Para Montenegro, se tráfico de un cambio radical. Llegó a Tijuana el domingo llena de optimismo y emocionada de reunirse con su hijo de 24 primaveras en Nueva York, a quien vio por última vez hace más de un año. “Hoy mi vida empieza de nuevo”, dijo entonces a Reuters, llena de sonrisas.
El año pasado fue secuestrada conexo con dos sobrinos y decenas de personas más, incluidos niños, el día que llegó al sur de México procedente de Guatemala. Dos días a posteriori, el asociación logró escapar, pero desde entonces ella ha cargado con el trauma del incidente.
Ahora no sabe qué hacer, varada en una ciudad extranjera a miles de kilómetros de su casa y casi al inteligencia de la mano del país donde esperaba hacer una nueva vida.
Aún en shock, no puede dejar de flanco la esperanza que lleva desde que se confirmó su elección. Incluso cuando se entera de que a otras personas se les está negando el ataque a la frontera, ella insiste: “Iré a mi cita”.
(Esta historia se volvió a presentar para fijar el nombre del pueblo en Piedras Negras, no Piedras Triste, en la firma)
(Reporte de Lizbeth Díaz en Tijuana, Laura Gottesdiener en Ciudad Juárez y Alexandra Ulmer en Piedras Negras, escrito por Stephen Eisenhammer; Editado por Alistair Bell)
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