En junio de 2024, imágenes satelitales tomadas del caudaloso río Amazonas y sus afluentes capturaron corrientes de agua saludables y líneas altas de agua. Ahora, apenas tres meses después, las imágenes de los mismos lugares muestran lechos de ríos completamente secos.
¿Lo que está sucediendo?
Las desastrosas sequías son las peores que ha enfrentado el Amazonas desde que comenzaron los registros en 1950, informó CNN, y están “trastocando vidas, encallando barcos y amenazando a delfines en peligro de extinción”.
Fotos impactantes capturan la verdad de esta afirmación; en uno, una barcaza está varada en lo alto y seco de dunas de arena, donde antes fluía el agua. En otra, un delfín muerto yace en la arena; En 2023, este será el destino de más de 200 delfines.
El Río Negro, que es uno de los mayores afluentes del Amazonas, está cayendo actualmente una media de 7 pulgadas por día, según el servicio meteorológico de Brasil. Y en algunos lugares, como la capital de Brasilia, hace más de 140 días sin lluvia.
CNN citó a André Guimarães, director ejecutivo del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia, una organización sin fines de lucro, quien dijo: “Estamos sufriendo una situación que nunca antes había sucedido”. Describió los cambios como “absolutamente enormes” y expresó su preocupación por aproximadamente el 60% de Brasil cuyas vidas y medios de subsistencia se verán afectados por ellos.
¿Por qué son tan preocupantes estas sequías?
Aparte de los peligros inmediatos para los empleos y el suministro de alimentos para muchos brasileños, los funcionarios están muy preocupados por las causas detrás de esta temporada de sequía inusualmente temprana y extremadamente severa.
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Si bien el patrón climático de El Niño ocurre naturalmente, sus efectos se extendieron e intensificaron por un Océano Atlántico más cálido, resultado del calentamiento global, dicen los expertos. World Weather Attribution calculó que la sequía del año pasado en la cuenca del Amazonas era 30 veces más probable debido a estas condiciones cambiantes.
Estos cambios, combinados con la deforestación, están empujando al área “hacia un posible punto de inflexión”, citó CNN a Lincoln Alves, científico investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil.
Y la sequía también conlleva el riesgo de incendios forestales. Perder más cubierta forestal del Amazonas sería devastador, ya que en 2022 contenía 56.800 millones de toneladas métricas de carbono, según Associated Press.
¿Qué se está haciendo para abordar esto?
Si bien nadie puede elevar directamente los niveles de agua, el mayor impacto en la sequía del Amazonas provendrá de los gobiernos y las grandes corporaciones que ejecuten sus planes para reducir sus emisiones que calientan el planeta.
Además, trabajar para reforestar y regenerar la cuenca del Amazonas preservará su biodiversidad crítica, lo que ayudará a estabilizar el área.
Según The New York Times, “los gobiernos pueden mitigar el impacto de futuras sequías disminuyendo los niveles de deforestación, restaurando los bosques y ayudando a las comunidades a adaptarse”.
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